Se acerca el otoño, y con el los aficionados a la micología se frotan las manos ante la nueva temporada de setas. La comarca de Pinares (Soria), es una de las más famosas para recolectar ejemplares micológicos en nuestro país. Aficionados al mundo setero procedentes del País Vasco, Madrid o Cataluña, se acercan hasta Vinuesa y sus montes para buscar setas en los meses de octubre y noviembre.
¿Qué setas puedo coger en Soria? En este artículo te enseñaremos cinco ejemplares que puedes coger en nuestros montes para comerlos en tu casa y disfrutar de este manjar de la tierra. Te recordamos que para coger setas, debes disponer de un permiso de recolección, que puedes obtener en la página de Mycocyl. Los precios oscilan dependiendo de la zona y del lugar de residencia del interesado, desde 3€ a 40€. Los permisos de fin de semana para turistas cuestan 5€.
Setas en los pinares de Soria
La luz cambia de tonalidad para hacerse más dorada, el cielo se frecuenta de pesadas, algodonosas y cambiantes nubes que muestran tonalidades violetas, rosadas, amarillentas, grises y blancas. Es el anuncio de que el verano toca a su fin y preludio del que pronto nos va a llenar de tonalidades rojas, sienas, anaranjadas y amarillas, el otoño que desborda en cromatismo en los pinares de Soria, paleta que enamora a artistas y paisajistas. El otoño es sin duda la estación en la que nuestra comarca luce sus más bellas galas con hayedos y robledales que salpican los pinares y les dan el contrapunto de color.
Pero no solo el color se hace patente en las copas de los árboles, a ras de suelo, como pequeñas joyas brillantes comienzan a emerger entre la acícula seca de pino o la hojarasca del roble y el haya, merced a alguna tormenta de agosto y a las primeras tímidas lluvias de septiembre, los frutos de la temporada. Setas y hongos que han esperado el momento propicio desde el año anterior para aflorar y obsequiarnos de nuevo con este lujo gastronómico. Amanita cesárea, níscalo, boletus, macrolepiota, pie azul ….son algunas de las variedades más apreciadas que podemos encontrar en nuestro bosque en otoño, con ellas disfrutaremos de deliciosas preparaciones culinarias. Vamos a conocerlas.
Amanita caesarea (amanita cesárea)
Una de las primeras en llegar. Crece en verano y otoño en claros de robledales y hayedos. Sombrero anaranjado, láminas y pie amarillo oro. Los ejemplares jóvenes se presentan como eclosionando de un huevo. Es excelente al paladar, para muchos la reina de las setas. En carpaccio con un toque de pimienta y sal, marinada con aceite de oliva y vinagre de Módena es delicada y resulta exquisita. También salteada con unos ajitos y aceite o en revuelto con huevos.
Boletus edulis o pinicola (hongos)
Muy apreciado, su consumo y demanda se ha extendido enormemente al ser un comestible excelente. Comprende numerosas variedades (edulis, aestivalis, pinícola…) Fructifican de septiembre a noviembre dependiendo de las heladas en pinares. El tamaño de su sombrero puede llegar a ser espectacular (ejemplares de varios kg. de peso) aunque los más apreciados son ejemplares jóvenes que conservan blanca la parte de la esponja siendo de menor tamaño.
En carpaccio marinado como la amanita cesárea, a la plancha, al ajillo, en revuelto, en sopa, acompañando guisos de carne, como ingrediente de salsas, relleno de pimientos, en croquetas… las posibilidades son infinitas con el único límite de nuestra imaginación.
Lactarius deliciosus (níscalos o amizcles)
Muy popular por su fácil reconocimiento y abundante fructificación. Color rojo-anaranjado con círculos concéntricos más oscuros a veces deprimido en el centro y borde enrollado hacia abajo. Suele encontrarse en bosques jóvenes de coníferas. Los primeros ejemplares de la temporada recolectados jóvenes resultan deliciosos al ajillo, al horno con unas tiras de panceta, a la plancha sólo con un hilo de aceite, y también en revuelto o en guiso con patatas. Incluso se escabechan.
Macrolepiota Procera (parasol)
Una de las especies más bellas y vistosas, su gran sombrero que puede llegar a los 25 cm de diámetro le ha dado el nombre popular de Parasol. De color blanco con escamas marrones es una seta muy aromática excelente comestible cuando se trata de ejemplares jóvenes en los que desecharemos el pie por ser muy leñoso. Es frecuente encontrarla al borde de claros y veredas.
A la plancha con un hilo de aceite y sal o rebozadas con harina y huevo están riquísimas.
Lepista nuda (pies azules)
Debe su nombre a su aspecto. De color azul violáceo su sombrero de hasta 12 cm de diámetro presenta láminas en su parte inferior. Abunda a finales del otoño, es una de las especies más tardías en aparecer incluso lo hace durante el invierno. Carne de buena calidad algo viscosa y agradable sabor. Fritas con ajitos en abundante aceite resultan un estupendo bocado.
Otras setas muy apreciadas por buscadores que fructifican fuera de la estación son nansarones y marzuelos ambas aparecen en primavera.
Calocybe gambosa (nansarones o perretxicos)
Otra reina. Llamados en otros lugares Seta de San Jorge o Perretxiko. Difícil de encontrar pues se cría en matas que fructifican durante años, quien conoce una guarda celosamente su secreto. De color blanco crema y láminas también blancas su carne firme, compacta y de agradable olor y sabor hacen de ella una delicia culinaria. Disfrutar de un plato de nansarones es de privilegiados. Al ajillo, no necesitan nada más.
Hygrophorus marzuolus (marzuelos o seta de marzo)
Sombrero carnoso cuyo color varía del blanco al negro humo. Láminas primero blancas y luego grisáceas. Tronco carnoso. Aparecen de enero a marzo en bosques mixtos de coníferas. Buen comestible, apreciado también por tratarse de la primera seta comestible del año. Admite varias preparaciones entre ellas el salteado con ajos y la preparación con huevo en revuelto.
26